De hecho, más que un paso, es un proceso en sí mismo. Para fabricar un prototipo exitoso de un nuevo producto, puede que necesites crear prototipos que solo sean versiones anteriores de prototipos posteriores. Hasta Tony Stark tuvo que pasar por varias fases de prototipos para crear Iron Man, y él es brillante, superrico y todo un visionario.
Puede que seas el tipo de persona a la que le gusta lanzarse a un proyecto con desenfreno. Eso está muy bien, y te será útil cuando vayas pasando las repeticiones de tu prototipo, pero te ahorrarás muchos dolores de cabeza si te planteas (y das respuesta) a estas siete preguntas antes de empezar:
1. ¿Qué problema soluciona mi producto?
2. ¿Cómo suele resolver la gente y las organizaciones actualmente este problema?
3. ¿En qué destacan estas soluciones?
4. ¿Qué les falta?
5. ¿Cuánto cuestan?
6. ¿Cómo mejora mi idea las opciones actuales?
7. ¿Cuánto tendrá que costar mi producto para obtener beneficios?
Responder a estas preguntas te dará la garantía de que no estás fabricando un producto que el mercado no necesita y que no estás cobrando en exceso (o demasiado poco) por él. Ahogar tus recursos en pro del diseño y la fabricación de un producto que nadie compra es una forma tan buena como cualquier otra de irse a pique.
2. Define lo que necesitas
Es muy poco probable que el proceso del prototipo resulte exactamente en el producto que tenías en mente. Es posible que el coste, así como el tiempo y las limitaciones del diseño, te obliguen a deshacerte de ciertas funciones en tu primer intento. Si tu producto acaba siendo todo un éxito, todas las funciones que se perdieron por el camino pueden formar parte de la siguiente versión, dando así a los clientes más motivos para comprar otro.
Clasifica todas las funciones de tu producto de más importante a menos importante. Así, si llega el momento de hacer recortes, ya sabrás cuáles son las más prescindibles y cuáles las cruciales que tienes que dejar antes de finiquitar tu producto.
3. Diseña tu producto
No puedes fabricar un prototipo hasta tener una idea sólida de cómo te gustaría que fuera el producto final. Puedes empezar con unos bosquejos, pero deberías acabar metiéndolo en algún programa CAD 3D para tener una confirmación visual de que físicamente el producto tiene sentido, que la electrónica y la mecánica de él encajan con el diseño y no tiene ángulos ni protuberancias raras ni cualquier otro problema que impida su creación.
Si no conoces los programas CAD, deberías familiarizarte con ellos a través de clases, como las que ofrecen en Udemy o trabajar con un diseñador 3D que podrá ayudarte con esta parte del proceso.
4. Construye un prototipo no funcional de tu idea
Utiliza madera, espuma o un material similar para imitar el exterior del producto con las dimensiones físicas previstas. No hace falta que sea bonito. En este momento lo que necesitas es hacerte una idea del aspecto del producto para asegurarte de que su diseño se adapta correctamente a la realidad.
Si te parece demasiado grande o demasiado pequeño, si por lo que sea parece desgarbado, podrás volver a la fase de diseño, hacer algunos cambios, y luego seguir haciendo esqueletos no funcionales del producto hasta estar contento con el resultado.
5. Construye un prototipo del producto funcional
Igual que los esqueletos no funcionales de los que hablamos arriba, no tiene que ser bonito. Lo que sí tiene que hacer es funcionar. Si tiene partes de electrónica, todas deben estar en su sitio. ¿Tiene partes que se mueven? Inclúyelas. Es una gran oportunidad para que otras personas también echen un vistazo a tu producto. Un experto en electrónica, por ejemplo, podría asegurarse de que no acabes fabricando una bola de fuego que reemplace en la imaginación del público al Samsung Galaxy Note 7.
También es buen momento para detectar y eliminar aspectos superfluos en la funcionalidad y operación del producto que puedan permitirte reducir el coste. A medida que vayas encontrando cosas que cambiar, seguirás fabricando prototipos funcionales hasta tener uno que se parezca mucho al producto final. Luego llega el momento de fabricar ese producto.
A menos que pretendas montar una fábrica en tu patio trasero o hacer a mano todos y cada uno de tus productos, lo más probable es que tengas que aliarte con un fabricante para conseguirlo.